Columna
Soy una profesional con más de 30 años de experiencia comercial en empresas tecnológicas, donde he tenido la oportunidad de liderar equipos. ¿Qué me apasiona? Aprender de diferentes temas y aportar a otros (creo que mientras más aprendes, te das cuenta de que más te falta por conocer y comprender).
“Con los años, he aprendido que identificar nuestras emociones es esencial para tomar decisiones acertadas. Muchas veces creemos que nuestras decisiones son totalmente lógicas y racionales, pero en realidad, las emociones juegan un papel fundamental. ¿Te ha pasado que ves unas zapatillas que siempre has querido con un gran descuento y, sin pensarlo dos veces, decides comprarlas? La emoción de obtener algo que deseabas a un buen precio impulsa tu decisión, y luego justificas esa compra con razones como la comodidad o la necesidad. Esto nos muestra cómo, a diario, decidimos “de guata” y después buscamos argumentos para convencernos de que fue lo correcto.
Reconocer la importancia de las emociones en nuestras decisiones nos lleva al autoconocimiento. Saber quiénes somos y cómo reaccionamos nos permite gestionar nuestras emociones de manera efectiva. No se trata solo de lo que sentimos, sino de cómo lo manejamos. Cuando sentimos estrés o ansiedad, como antes de un examen o una presentación importante, podemos aprender a detenernos, respirar profundo, y transformar ese miedo en confianza. Así, no somos víctimas de nuestras emociones, sino que las utilizamos a nuestro favor, creando una visión más positiva de la vida.
Imagina a un estudiante enfrentando la presión de los exámenes. Si aprende a identificar su ansiedad, puede desarrollar estrategias para manejarla, mejorando su rendimiento académico y su bienestar emocional. De manera similar, en el trabajo, un líder que se conoce a sí mismo y entiende cómo sus emociones influyen en sus decisiones, es capaz de crear un ambiente laboral positivo. Recuerdo que cuando lideraba un equipo de ejecutivos comerciales, si uno llegaba de mal humor le sugería salir a caminar o darse una pausa, ya que era evidente cómo el estado de ánimo de un miembro se contagiaba a todo el grupo. Este simple hecho, marcaba la diferencia entre un día productivo y grato, y uno poco fructífero y frustrante.
Conocer a los demás es igualmente importante. Un líder que entiende los perfiles de su equipo puede asignar tareas de manera más efectiva y crear un entorno donde todos se sientan valorados. En la educación, si promovemos ambientes colaborativos, considerando las habilidades de cada estudiante, podemos lograr resultados sorprendentes.
En fin, tomar decisiones acertadas comienza con el valor de mirar hacia adentro. No dejemos que nuestras emociones nos controlen sin ser conscientes de ellas. Convirtámonos en protagonistas de nuestras vidas, gestionando lo que sentimos para construir un futuro más positivo para nosotras mismas y para quienes nos rodean.
