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“Yo siempre pensé que el éxito era tener el mejor cargo; hoy mido el éxito en cómo disfruto mi tiempo”

Eva Tapia es una madre, ingeniera y emprendedora que resignifica el concepto de éxito y decide ayudar a otros como propósito de vida. 

Trinidad Navarro Torres

El éxito, el amor, la felicidad son conceptos que varían según la visión de cada persona. Sin embargo, socialmente vienen cargados de preceptos que determinan la forma en la que los seres humanos se relacionan con ellos. El éxito, por ejemplo, era entendido en términos de cargos profesionales y logros materiales. 

Actualmente, esta manera de concebir el éxito ha tomado otro matiz, enfocándose más en la calidad de vida que en la adquisición de bienes materiales. 

La autora norteamericana Jodi Picoult, acuñó una frase que resume perfectamente esta creciente forma de resignificar conceptos, dijo: “Al final, ganar significa dormir mejor”.  

Es así como Eva Tapia, ingeniera comercial, coach ontológico y speaker de la Fundación Inspiring Girls decidió abandonar su trabajo como dependiente para dedicarse a su emprendimiento, la cual está alineado con la forma en la que actualmente concibe el éxito. 

En enero decidí salirme del trabajo dependiente para emprender en el área de la consultoría, porque ya no me sentía cómoda en el trabajo que hacía. Siempre he sentido que hay que buscarle un propósito al trabajo, y cómo lo que hago impacta o colabora con otros. Es así como decidí emprender y eso, a la vez, me llevó a descubrir algo muy bonito: yo siempre pensé que el éxito era tener el mejor cargo, ganar muchas lucas, pero hoy en día mido el éxito por mi tiempo. La posibilidad de hacer lo que yo quiera con mi tiempo, hoy es para mí un éxito”, explicó. 

En esta resignificación, Eva también identificó una enorme necesidad darle continuidad a la labor social que tanto trabajó durante su niñez, colaborando activamente en grupos pastorales y juveniles desde los 13 años. 

“Siempre he tenido ese lado social muy presente, desde los 13 años he trabajo en grupos pastorales, dirigiendo grupos juveniles, y siempre conectada con esa idea de ayudar al otro. Entonces, el año pasado me surgió la necesidad de hacer algo que en realidad me llenara. Además, que también necesitaba conversar con otras personas. Y buscando en Linkedin me encontré con la Fundación y me iluminé”, añadió.

Asimismo, Eva explica que trabajar en la Fundación y compartir su historia de vida con las niñas y adolescentes la ha llevado a conectarse con su infancia, y de cómo sus vivencias podrían servir de inspiración y referencia para esta generación. 

“Yo fui la primera profesional de la familia y también fui la primera mujer remunerada de la familia. Es increíble como tu historia le puede cambiar la vida a otra persona. 

Me vi reflejada en los niños y niñas, porque también estuve en un colegio público, en el campo y, aunque yo tuve la posibilidad de salir y de estudiar, yo sé que muchas de ellas no tienen las mismas posibilidades que yo porque no tienen a nadie que les diga que sus vidas pueden ser diferente. Entonces me conecté mucho desde la emocionalidad porque quiero mostrarles otras posibilidades, que a mí no me las mostraron, pero yo las busqué y me costó”. 

Eva concluye que el mensaje que le gustaría dejarle a las niñas, niños y adolescentes que participan en las actividades de la fundación está enfocado el poder de la actitud como mecanismo para enfrentar los retos que la vida les presenta. 

“El mensaje que me gusta compartirles que sepan aprovechar cada oportunidad, pero siempre con la mejor actitud. Yo, por ejemplo, he tomado todas las oportunidades con actitud positiva y eso me ha abierto muchas puertas. Les digo que tengan presente que hasta una simple conversación puede ayudarte a abrirles la mirada y cambiar su futuro.  Que llenen su mochila con las mejores herramientas y vayan tomando cada cosa que les pasa. La actitud te define la vida, porque eres tú la que tiene la posibilidad de decidir qué hacer con lo que te pasa”, añadió. 

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“Uno de los mensajes que me gusta dejarles a los niños es que la educación permite la movilidad social ascendente”

Paula Carrillo es una mujer, madre, esposa e ingeniera civil eléctrica con más de 15 años trabajando en el área de las telecomunicaciones. Actualmente cumple el rol de gerente de ingeniería en Google Cloud Chile.

Trinidad Navarro Torres

La viabilidad económica y la movilidad social ascendente comienza en el aula. Cientos de estudios avalan que la educación y el aprendizaje permiten que personas que vive en entornos vulnerables puedan acceder a estudiar universitarios, logrando así que se desarrollen personal y profesionalmente. 

Sin embargo, la desigualdad latinoamericana hace que este acenso social esté limitado. Según un estudio publicado por CAF -Banco de desarrollo de América Latina- refleja que la fracción de hijos cuyos padres no asistieron a la universidad, sólo el 10% finaliza sus estudios universitarios. 

Es por ello, que para Paula, speaker de la Fundación y gerente de ingeniería en Google Chile, la labor que realiza la Fundación en vital, porque brinda aprendizaje a niñas, niños y adolescentes que necesitan de referentes para visualizarse nuevas posibilidades. 

“Una de las cosas que he aprendido y que se lo enseño a los niños, es que el sistema educativo permite la movilidad social ascendente, y no solo estoy hablando de carreras universitarias, sino de la posibilidad de seguir aprendiendo. Porque, a pesar de que la educación logra resultados a largo plazo, también es cierto que los resultados son más perdurables. Lo que hace la Fundación es importante porque se encarga de mostrar como otras personas lo han hecho, pero desde distintos escenarios y experiencias”, acotó 

Para Paula los referentes son imprescindibles para poder forjarse metas posibles. En su caso, su padre, también ingeniero, fue quien le inculcó las ganas de estudiar y le mostró que sí era posible estudiar una carrera universitaria, aun cuando no se tengan los suficientes recursos económicos. 

“Las referencias si son importantes, porque en mi caso mi papá fue mi referente de que sí se podría entrar a estudiar a una universidad, y gracias a él yo decidí también estudiar. Por eso la Fundación hace una gran labor, porque de una forma muy lúdica, le aporta información valiosa a los estudiantes. Lo speed dating, en particular, me gusta mucho porque es una dinámica que permite que los niños en el corto tiempo que dura su atención, se les pueda dejar un aprendizaje. Me apasiona y me mueve, por el rol que ejercen”, explicó. 

Paula ha tenido la oportunidad de participar en 4 speed Dating en el cual ha logrado conversar sobre su experiencia trabajando en un mundo laboral dominado por hombres y de compartir parte del aprendizaje que ha sumado en sus 15 años de experiencia laboral en el competitivo mucho de la ingeniería.  

“A mi me gusta dejarle como mensajes a los niños, niñas y adolescentes es que es válido tener miedo, que todos tenemos miedo, el caso es qué hacemos con eso, si nos paraliza o nos moviliza. Que el miedo se valide y ellos entiendan que es normal y que todos los sentimos, porque a mí me paso cuando entre en la universidad, sentía mucho miedo, pero creía que solo me pasaba a mí, y no. Y les cuento que antes de llegar al colegio sentía miedo pero que eso no me detuvo a la hora de hablar con ellos, que lo hice con todo y miedo. Está en nosotros cómo trabajamos ese miedo y que no nos paralice”, concluyó.